martes, 20 de enero de 2009

Tercer día

En el Nuevo Testamento, que nos queda más cerca que el Antiguo y está más a la moda, nos cuentan que Jesús fue crucificado, muerto y sepultado, y al tercer día resucitó. A mi de cuando fui un niño, lo que me fascinaba no era tanto que hubiera vuelto a la vida, como el que lo hiciera al tercer día. Aquello imponía más que si hubiera resucitado aquella misma tarde, o trece días después. Y si no, ¿por qué se remarcaba tanto aquel tercero, y no nos decían simplemente que resucitó a secas? Pero uno no resucita a secas, éso lo saben hasta los niños de primaria.

Así que aquí estoy, también estrenando el tercer día. Yo no resucito porque prefiero no morirme nunca, y hasta ahora para resucitar había que dejar de estar vivo. Quizás se puede sin morirse, y es que nadie lo ha intentado.

Decía un alemán, católico y premio nobel, que le aburrían los ateos porque siempre están hablando de Dios. Y yo, ahora que no creo, me aburro lo mismo en misa que cuando me asustaban las llamas del infierno. Las iglesias me dan sueño, pero se está muy a gusto en verano, porque son tan fresquitas...

Pero tú sabes que no me hice ateo de repente, gracias a Dios. Uno se va descreyendo poco a poco, conforme se hace mayor y va aprendiendo a tener miedo al mundo, y ya no sólo al averno. Pero por muy mayor que me haga, en los reyes magos no he dejado de creer, y sobre todo en Baltasar, que es el negro y por éso es el que me trae los regalos. Obama es negro también, pero no puede ser rey, sólo presidente. A lo mejor si es mago, vete a saber.

Jesús de Nazareth era judío, y yo que pensaba que era católico, como los reyes, (no los magos, que eran de oriente, sino Isabel y Fernando, o Fernando e Isabel). Yo fui católico durante un tiempo, ya sabes, después se me pasó.

Abrir la caja de Pandora trae las desgracias al mundo, pero alguien la debió dejar abierta hace tiempo, sin decir nada, callandito, como vamos tú y yo cuando el niño se queda dormido. A ver ahora quien cierra la caja ésa, mira cómo está el patio por Palestina, por Israel, por Oriente. Le pediremos a Baltasar, o a Obama, quizás.

Dice el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua que acercanza es proximidad o relación. El diccionario va un poco a traspiés de los que hablan, y ya nadie utiliza esa palabra. Pero a lo mejor no se pierde en el olvido. Si ha durado hasta ahora, pobrecilla, que nos la traigan los reyes el próximo año, un poco de acercanza para ti y para mi.

A ver si cambian las cosas, a ver si el mundo se da la vuelta, a ver si en las Azores, en lugar de anticiclón nos traen borrasca, que tampoco viene mal un poco de lluvia fresquita después de tantos calores.

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