viernes, 27 de agosto de 2010

Será que me hago mayor

Será que me hago mayor, pero ahora que el niño duerme se me ablanda el corazón hasta el infinito y pienso que ya no tiene más allá este ahora. Cuando se despierte probablemente llore porque no es a mi a quien quiere ver cuando se despierta, sino a su madre. Da igual, éso es lo que debe ser, me digo, y ya sé cuánto me quiere cuando me reflejo en su mirada.

Será que me hago mayor, pero cuando le veo andar a esta personita pequeña y frágil, me siento orgulloso de ser una parte de él, o que él sea una parte mía. No quiero que se detenga el mundo en este presente, que sería aún así tan perfecto como lo deseo, sino que quiera que siga rodando, y seguir viendo andar y reir a este trozo de mi alma, aunque él se vaya haciendo más grande y yo termine por marchitarme.

Ser mayor hace tiempo que dejó de tener aquel misterio que revestía visto desde los ojos de alguien que no lo era. Seguiremos en esta rueda, pero no es buena ni mala, ni todo lo contrario. Es aquella en la que rodamos, y en este giro, hoy he visto el más allá, en el sueño de un niño.

Mi niño.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Hasta el fondo del alma

Me quema tu frialdad hasta el fondo del alma, me corta en dos mitades, y voy apagándome poco a poco...
Creí que pasó lo peor, pero hoy en tus ojos el amor no amanecía, y me morí por dentro. Un cadáver helado que camina, habla y sigue...
Ya no me busca tu mirada, y resbala sobre este caparazón que creía que era yo, y ahora no es más que un montón de carne y huesos. Porque no soy yo hasta que tú no quieras que vuelva a serlo. Y no me atrevo a alzar la voz o a reclamar tu cariño, porque sospecho que vuelvo a ser el culpable, y equivocarme tantas veces puede que pase factura de una vez por todas. Y las lágrimas no llegan, hoy que me hacen falta...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Cansado. Hundido

Estoy tan cansado de mi mismo...

Ya no hay excusas que justifiquen el daño que hacen las palabras... (¿Quién es ése mamarracho que me mira desde el espejo?) Esperaba un poco de ánimo para engañarme, una vez más, y ayudarme a olvidar mis errores, pero esta vez no llegó...

No llegó...

... y no creo que llegue...

miércoles, 28 de abril de 2010

Desde Berwyn, Pennsylvania (II)

Aquí los días comienzan antes pero también se acaban en un decir Jesús. Menos mal que estoy de vacaciones que si no diría yo que dónde se esconde el tiempo, que por más que me miro no tengo ni idea de en que tienda lo habremos extraviado. Y digo tienda porque parece que vaya donde vaya hay una que ni a propósito.

Fuimos el otro a día a Intercourse, que en cuanto a nombre de pueblos es lo más, si lo traducimos al castellano viene a ser algo así como "cópula". Y para más inri es un pueblo típico de los Amish, que por si no lo sabeis son ésos tan graciosos que salen en las películas con barbas (excepto en donde iría el bigote), y pantalones de tirantes, que suelen ir en esas carretillas tiradas por un solo caballo y que pertenecen a una secta que rechaza el contacto con el mundo moderno. O sea que, ya les vale a los Amish, ponerle ese nombre al pueblo, que parece de coña, oye... (la verdadera razón para darle el nombre al pueblo es que era un típico cruce de caminos, pero sin darse uno ni cuenta, coge el idioma y le da por evolucionar por donde uno menos se lo espera).

Intercourse resultó ser poco más que un manojo de tiendas más o menos con encanto, restaurantes típicos y paseos en carrito tirado por caballos. Y el siguiente pueblo, también supuestamente Amish, era al fin y al cabo más de lo mismo. El nombre también era peculiar: Bird-in-hand, y es que otra cosa no pero estos tipos en cuanto a pueblos, debían ser la alegría de la huerta. Mira que llamarle al pueblo Pájaro-en-mano. No, si cuando se ponen los Amish, son unos cachondos, ya te digo...

El día, en cualquier caso, no era de los de echar cohetes. Todo el día lloviendo no ayuda a la hora de visitar el campo. Es lo que tiene la lluvia que para las patatas será muy buena pero para el turismo no es que sea una maravilla (por éso los franceses se las han arreglado para que nadie sepa que lo normal en Francia es que llueva, y es que los gabachos son más listos que los ratones coloraos, y en éso del marketing nos llevan mucho tiempo de adelanto). En fin, que si me preguntais si merece la pena ir a los pueblos amish, yo te diría que te asegures de que el día sea soleado... de otra forma, mejor te vas al Mall - centro comercial - King of Prussia, que por lo menos no te mojas (y tómate un café en la planta de abajo de Nordstrom, un Caramel Café Latte, lo mejor en cuanto a cafés de este lado del charco).

Y lo de Nueva York... ya veremos...

martes, 27 de abril de 2010

Desde Berwyn, Pennsylvania...

En esta tierra los peatones le perdieron la batalla al automóvil - al carro que dicen los latinos y los hispanos, que vienen a ser lo mismo digo yo - hace tanto tiempo, que ya es difícil saber cuándo un pueblo es pueblo y cuando es sólo un centro comercial.

Me insiste Anaid (que tiene un nombre de ésos que hay que recordar y que harían santiguarse a más de una cristiana vieja en la España profunda.), que tengo que hablar de ella en este blog, de cuya existencia cometí el pecado de hablar. Y es que tanto tiempo de abandono y cuando me preguntan qué haces para pasar el rato mi respuesta siempre es: leer y escribir. Pero escribir, ¿qué?, ¿de qué van estas líneas a veces tiernas a veces estrambóticas?... Y ahí me paro, porque lo de exorcizar los demonios interiores tiene demasiados "palabros" de chulo de bibilioteca, que son los peores, te los encuentras en un pasillo entre la Historia y la Psicología y allí te asaltan y a la que te descuidas te han citado incluso a Kafka, que para ser judío y checoslovaco era tan raro como sus historias...

Anaid no sé si es judía, pero sí que no es checoslovaca, es de Puerto Rico y vive aquí en los Estados Unidos, que el fin de semana que viene para mi dejará de ser aquí para ser allí. Para ella será siendo el mismo adverbio, para que veas lo que es la vida y la gramática, y lo que vale un peine, que en cuanto nos metemos en viajes ya no sabe uno a cuánto está el dólar, pero que lo que es caro, lo sigue siendo en inglés y en castellano.

Me dice que tengo que llevar a mi morena de ojos a verdes a ver el New York. Yo tampoco es que me oponga. Nueva York tiene esa virtud de nunca cansarte de verla cuando eres un turista. Que cuando vives allí, digo yo que alguna vez uno tiene que hartarse de tanto rascacielos y tanto Central Park, y lo que quiere es irse a tomar unas cañas a un bar de pueblo... lo malo es que en estos pais te pasas un pueblo en menos que canta un gallo, con esta falta de aceras que tienen, que a ver si les donamos unas cuantas, que en la vieja España otra cosa no, pero aceras, para dar y regalar. Vamos, digo yo.

Anaid (os diré un secreto, su nombre es Diana al revés, ¿a qué no habíais caido?, si es que hay que contároslo todo...) me cuenta todo ésto en casa de los Green. Jorge y Amaya viven en Berwyn y nos dejan quedarnos con ellos en su casa, una casa de ésas que te cambian el color... a verde de envidia. Y que también quieren ser mencionados. Como si ésto fueran las noticias del corazón...

P.S.-Me dicen que ésto que he escrito es muy soso, que no hay juego de palabras, que otras veces lo hago mejor, y cuando amenazo con borrarlo me contestan que no, que ya que lo he escrito...

Consejo a los críticos: Por mucho que os digamos que nos digáis la verdad, lo que queremos es que nos mintáis, y que cada vez os esmeréis más en el cuento chino que nos tenéis que soltar para decirnos que qué bien y que gracioso, y qué sensible y todas esas milongas que nos encanta creernos... a ver que os habíais creído. Ya en el próximo me esforzaré más, que ser escritor de encargo trae estos inconvenientes...