Me quema tu frialdad hasta el fondo del alma, me corta en dos mitades, y voy apagándome poco a poco...
Creí que pasó lo peor, pero hoy en tus ojos el amor no amanecía, y me morí por dentro. Un cadáver helado que camina, habla y sigue...
Ya no me busca tu mirada, y resbala sobre este caparazón que creía que era yo, y ahora no es más que un montón de carne y huesos. Porque no soy yo hasta que tú no quieras que vuelva a serlo. Y no me atrevo a alzar la voz o a reclamar tu cariño, porque sospecho que vuelvo a ser el culpable, y equivocarme tantas veces puede que pase factura de una vez por todas. Y las lágrimas no llegan, hoy que me hacen falta...