Será que me hago mayor, pero cuando le veo andar a esta personita pequeña y frágil, me siento orgulloso de ser una parte de él, o que él sea una parte mía. No quiero que se detenga el mundo en este presente, que sería aún así tan perfecto como lo deseo, sino que quiera que siga rodando, y seguir viendo andar y reir a este trozo de mi alma, aunque él se vaya haciendo más grande y yo termine por marchitarme.
Ser mayor hace tiempo que dejó de tener aquel misterio que revestía visto desde los ojos de alguien que no lo era. Seguiremos en esta rueda, pero no es buena ni mala, ni todo lo contrario. Es aquella en la que rodamos, y en este giro, hoy he visto el más allá, en el sueño de un niño.
Mi niño.